viernes, 22 de abril de 2011

Toda flor necesita su capullo.

Yo era la chica de la mirada inolvidable y tú el chico del amor intermitente. A lo mejor por eso se ha hecho imposible olvidar los retazos de un cariño que aún hoy nos hace temblar al cruce ilegal de sonrisas condenadas a muerte. Y es que tu mirada era tan inolvidable y tu amor tan especial que ni la rutina logra esconder que seguimos aferrados a aquella noche en la que nos comimos las ganas de volver a querernos. Me duele la esperanza y las ganas de quererte, pero como buena masoquista que soy volveré a atarme a las vías de esta indiferencia para que tu olor me embista otra vez. No me importa desgarrarme el alma o automutilarme las ganas.

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